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...En tanto que intercambia derechos, funda la sociedad y la soberanía. En tanto que intercambia bienes, forma un cuerpo social y un cuerpo económico. Pues bien, precisamente contra este salvaje como sujeto del intercamio elemental (su importancia en la teoría jurídica del siglo XVI era enorme) el discurso histórico-político inaugurado por Boulainvilliers levantó otro personaje, quizá tan elemental como el salvaje de los juristas (y enseguida de los antropólogos), pero de constitución muy diferente por cierto. Es el bárbaro.

¿De qué modo el bárbaro se opone al salvaje? En primer lugar por el hecho de que, en el fondo, el salvaje es siempre tal en el estado salvaje, con otros salvajes; y desde que se encuentra en una relación de tipo social, el salvaje deja de ser tal. En cambio, el bárbaro es alguien que sólo puede ser comprendido, caracterizado y definido en relación con una civilización, con la cual se encuentra en una situación de exterioridad. No hay bárbaro si no existe en alguna parte un elemento de civilización contra el cual se enfrenta...se encuentra en una relación de hostilidad y de guerra permanente. No hay bárbaro sin una civilización que él trata de destruir y de la cual quiere apropiarse. El bárbaro es siempre el hombre que merodea en las fronteras de los Estados, es el que arremete contra los muros de las ciudades.

A diferencia del salvaje, el bárbaro no se apoya en un fondo de naturaleza del cual forma parte. Él se recorta sobre un fondo de civilización, contra el cual choca. El bárbaro no entra en la historia fundando sociedades: entra más bien penetrando, incendiando y destruyendo una civilización...A diferencia del salvaje, el bárbaro se adueña, se apropia: practica no tanto la ocupación primitiva de la tierra, como la rapiña. Esto significa que su relación de propiedad es siempre secundaria: solamente se adueña de una propiedad preexistente; pone a los otros a su propio servicio; hace cultivar la tierra...En la relación que mantiene con el poder, a diferencia del salvaje, el bárbaro nunca cede su libertad...El bárbaro instaura un poder como multiplicador de la propia fuerza individual. Esto significa que el modelo de gobierno es para el bárbaro un gobierno necesariamente militar y que no se funda en esos contratos de cesión civil que caracterizan al salvaje." (páginas 202-204)

FOUCAULT, Michel: La genealogía del racismo. De la guerra de las razas al racismo de estado. Madrid: Las ediciones de la piqueta, 1992.

 

 


 

 
 

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