EL AMOR
“De todos los filósofos, es Platón quién se ocupó más del amor, sobre todo en El Banquete y en Fedro. Lo que dijo acerca de este asunto entra en el dominio de los mitos… y sobre todo concierne al amor griego. Lo poco que de él dice Rousseau en el Discurso sobre la desigualdad es falso e insuficiente. Kant, en la tercera parte del Tratado sobre el sentimiento de lo bello y de lo sublime, toca el amor de una manera harto superficial y a veces inexacta, como quien no es muy ducho en él” (Pág. 17)
“Pues no se trata más que de una cosa muy sencilla: sólo se trata de que cada macho se ayunte con su hembra. ¿Por qué tal futileza ha de representar un papel tan importante e introducir de continuo el trastorno y el desarreglo en la bien ordenada vida de los hombres?” (Pág. 19)
“Ya no se trata, en efecto, como en las otras pasiones humanas, de una desventaja o una ventaja individual, sino de la existencia y especial constitución de la humanidad futura” (Pág. 20)
"El amor tiene, pues, por fundamento un instinto dirigido a la reproducción de la especie. Esta verdad nos parecerá clara hasta la evidencia si examinamos la cuestión en detalle, como vamos a hacerlo.
Ante todo, preciso es considerar que el hombre propende por naturaleza a la inconstancia en el amor, y la mujer a la fidelidad. El amor del hombre disminuye de una manera perceptible a partir del instante en que ha obtenido satisfacción. Parece que cualquier otra mujer tiene más atractivo que la que posee; aspira al cambio.
Por el contrario, el amor de la mujer crece a partir de ese instante. Esto es una consecuencia del objetivo de la naturaleza, que se encamina al sostén, y por tanto, al crecimiento más considerable posible de la especie.
En efecto, el hombre con facilidad puede engendrar más de cien hijos en un año, si tiene otras tantas mujeres a su disposición; la mujer, por el contrario, aunque tuviese otros tantos varones a su disposición, no podría dar a luz más que un hijo al año, salvo los gemelos. Por eso anda el hombre siempre en busca de otras mujeres, al paso que la mujer permanece fiel a un solo hombre, porque la naturaleza la impele, por instinto y sin reflexión, a conservar junto a ella a quien debe alimentar y proteger a la futura familia menuda.
De aquí resulta que la fidelidad en el matrimonio es artificial para el hombre y natural en la mujer, y por consiguiente (a causa de sus consecuencias y por ser contrario a la naturaleza), el adulterio de la mujer es mucho menos perdonable que el hombre" (Páginas 32,32)
SCHOPENHAUER, Arthur: El amor, las mujeres y la muerte. Madrid: Rocha Ediciones, 1972.
|